sábado, 12 de febrero de 2011

NO TEMAS, DIOS NO SE EQUIVOCA


Aun los más grandes eruditos están perplejos al comprender lo que es bueno y lo que es malo, lo que se debe aceptar y lo que se debe rechazar. Aun los más grandes eruditos fallan al entender cuáles son sus necesidades verdaderas. Este mundo mate­rial es una selva de confusiones, donde el alma ha aceptado muchas clases diferentes de cuerpos en diferentes tipos de conciencia.
En las leyes de Manu está escrito: “Que existen 8.400.000 especies de vida diferentes en la creación”, así:
“Hay 900.000 especies acuáticas, 2.000.000 de vegetales, 1.100.000 de insectos y reptiles, 1.000.000 de aves, 3.000.000 de bestias de cuatro patas, y 400.000 especies humanas”.

Nosotros vivimos en un ambiente que está afligido por serias concepciones erróneas (la principal es considerar que somos este cuerpo), malos entendidos, el extravío y el mal comportamiento . ¿Cómo podemos determinar lo que es bueno y lo que es malo, a qué debemos aspirar y qué debemos rechazar? Innumerables alterna­tivas han apretado a la multitud y han llegado a influenciarnos. Y cuando esta área, cubierta por la ilusión e influenciada por las malas interpretaciones, esté llena con tal diversidad, ¿cómo podremos tener la esperanza de conocer el Mundo Espiritual Infinito? ¿Con qué actitud deberemos acercar­nos a ese reino que es trascendental, más allá del reino de los sentidos y de la mente?
                               
Tenemos que aceptar cualquier manera y cualquier alianza que nos ayude a ganar la entrada a ese reino. Debemos tratar de tener aunque sea la más mínima conexión con esa meta perfecta de nuestra aspiración innata. Esta­mos indefensos, sin esperanzas en medio de la desilusión y en extremo peli­gro. Confiamos en nuestro libre albedrío, en la capacidad de seleccionar nuestro propio bien, pero este es muy pequeño e impotente para guiarnos. ¡En qué peligro estamos! Todo a nuestro alrededor es testigo de este peligro, cuán importante es un Guru verdadero que pueda guiarnos hacia nuestro bienestar real.                            
Estamos en medio de fuerzas diferentes que nos arrastran atrayéndonos en direcciones diferentes, así, un guía apropiado, es lo más importante para nosotros. Si aceptamos instrucciones de todas partes, seremos mal dirigidos. Por lo tanto, debemos ser muy cuidadosos para conseguir la dirección apro­piada.

Guiados apropiadamente no sentiremos miedo por ninguna circunstancia adversa. Nuestro karma viene para enfrentarnos, para rodearnos y no lo podemos evitar. Estas perturbacio­nes son un resultado de nuestro propio karma; ellas vienen de dentro de nosotros. Así que debemos pelear. Debemos actuar apropiadamente en su trato.

Tenemos que escudriñar en forma más precisa lo que pensamos que enten­demos. Cada uno debe preguntarse a sí mismo: ¿Dónde estoy? ¿Cuál es mi necesidad real? Y ¿cuán intenso es el deseo por ese algo genuino? Se deben expresar todas estas cosas y hacerlas públicas. Este es el campo verdadero del sâdhana o la práctica. Nuestra práctica, nuestro avance necesita de todas estas dificultades. De otra manera, no podríamos saber lo que es progreso, y nos volveríamos hipócritas y entregaríamos la misma cosa adulterada a los otros. Así que es necesario que lleguen todas estas perturbaciones para poder purificarnos.   Y Dios no se equivoca. Él ordena el ambiente. No es nuestra responsabili­dad. La responsabilidad del ambiente no descansa sobre nosotros. Nuestra responsabilidad es solamente con nosotros. El medio ambiente está en las manos del Señor. Él no me ha hecho nada malo. Si yo soy sincero, tengo que adaptarme a este ambiente y poner mi fe en Él. Nuestro patriotismo será probado por nuestra posición, en cualquier circunstancia, durante la batalla. Seremos probados para ver si somos verdaderos soldados o no.

Puede suceder cualquier cosa, pero tenemos que afrontarla. No puedo olvi­dar a mi Señor, a mi Guru,  bajo cualquier circunstancia. Bajo cualquier circunstancia desfavorable, debo mantenerme con mi cabeza erguida y decir: “¡Sí! Yo soy un sirviente de la verdad. Todo el mundo puede abandonarme, pero yo continuaré sólo!” Debemos seguir adelante con ésta actitud, bajo cualquier circunstancia. Entonces el reconocimiento me será favorable: “Sí, él se man­tuvo allí bajo tan penosas circunstancias”. Nuestros superiores estarán satisfe­chos con nosotros. Tenemos que analizarnos a nosotros mismos: ¿Qué tan egoístas somos? ¿Qué porcentaje de nuestros hábitos malos e indeseados, anarthas, permanecen todavía en nuestros corazones? ¿Cuántas son las impu­rezas del karma, del jñâna, de los deseos mentales y de otras cosas sucias mezcladas con la fe verdadera que deben salir y que tienen que ser elimina­das de diferentes maneras? Si queremos el Bien Verdadero, nadie puede oponerse. Debemos movernos con este espíritu y entonces podremos enten­der qué es qué.
                               
Dronacharya fue el maestro de armas, el Astraguru, de los Pandavas. Cierto día, mientras examinaba el progreso de sus discípulos, colocó un pájaro artificial en la copa de un árbol. Pidió que los hermanos vinieran uno por uno e hicieran puntería, Yudhistira se aproximó. Dronacharya le dijo:
- Prepárate para golpear ese pájaro. ¿Estás listo?
- Sí.
- ¿Qué ves?
- Veo el pájaro.
- ¿Algo más?
- Sí, los veo a todos ustedes.
- Vete.
Entonces otro de los hermanos se aproximó. Dronacharya le dijo:
- Dispara al ojo del pájaro. Éste debe ser marcado por tu flecha. Apunta. ¿Qué ves?
- El pájaro.
- ¿Algo más?
- Sí, también veo el árbol.
- ¡Oh! Vete.
Entonces vino Arjuna. Dronacharya le dijo:
- Prepárate.
- Sí, mi señor, así lo he hecho.
- ¿Ves el pájaro?
- Sí, lo veo.
- ¿El árbol?
- No.
- ¿Ves el cuerpo del pájaro?
- No.
- ¿Qué ves?
- Solamente la cabeza.
- ¿La cabeza entera?
- No.
- ¿Qué ves?
- Sólo el ojo.
- ¿No puedes ver nada más?
- No puedo ver nada más.
- ¡Sí, mi muchacho, dispara tu flecha!

Deberíamos tener esta clase de propósitos en nuestra vida: Hacerlo o morir. Un sólo objetivo. Cualesquiera que sean las circunstancias que puedan venir a atemorizarme, no me atemorizaré. Si mis propios hombres parecen ser mis enemigos, eso no importa. Mi propiedad es sólo Él. Y Él no puede tolerar que alguien se convierta en Su socio. Él es Absoluto. Él es mi poseedor Absoluto. Él no tolera ninguna clase de sociedad allí. De esta manera, tengo que ir donde mi conciencia espiritual me lleve. Por la voluntad de Dios, los amigos se pueden convertir en enemigos. Los enemigos se pueden convertir en amigos, pero yo debo permanecer firme en mi ideal. Si soy de una naturaleza progresiva, entonces tiene que haber eliminación y también nuevos comienzos. No podemos evitarlo en el curso de nuestra realización espiritual.

La Ciencia Confidencial del Bhakti Yoga
Srila B. R. Sridhara Maharaj

                       

jueves, 3 de febrero de 2011

EL MEDIO AMBIENTE PERFECTO



La clave del consejo del Bhagavad-gîtâ es: “Cúrate a ti mismo”. No tenemos poder para efectuar cambios en el medio ambiente, eso está establecido por la voluntad divina. Nuestro medio ambiente, la suma total de todas las fuerzas que actúan fuera de nosotros son inamovibles. No tenemos habilidad para interferir con él; eso sólo sería una pérdida inútil de energía, más bien debemos tratar de cambiar nosotros para adaptarnos a las circunstancias externas: Este es el secreto de nuestro éxito en la vida.
Tenemos un deber que cumplir, pero no debe­mos aspirar a los resultados de nuestras actividades; los resultados dependen de Dios.  Nosotros contri­buimos y al mismo tiempo, otros miles de millones están contribuyendo, creando el medio ambiente. Así pues, debemos contribuir con nuestro deber, pero debido a que el resultado final es lo dispuesto por el Absoluto, tendre­mos que aceptarlo como lo mejor. Nuestras actividades individuales producen muchos resultados, pero debemos entender el modo en que la voluntad absoluta lo armoniza todo y adaptarnos en consecuencia.
Sólo somos responsables de desempeñar nuestro deber. Nunca debemos aspirar a tener un medio ambiente determinado; el medio ambiente evolucio­nará a su manera. No tenemos poder para modificarlo. Más bien, debemos hacer todo lo posible por cambiar nosotros, para así poder entrar en armonía con él.

Jamás nos corresponde disfrutar los resultados de nuestras acciones. ¿Debemos desanimarnos porque trabajamos por un resultado determinado y no lo obtenemos? No, debemos continuar cumpliendo con nuestro deber. Todo lo que aportemos debe ser ofrecido al Infinito y Él amoldará los resulta­dos a Su manera.  Nunca aspires a que tus actos te proporcionen un resultado concreto. Al mismo tiempo, no permanezcas inactivo, no seas inútil. Continúa desempeñando tu deber sin depender de ningún resultado externo. Siempre tenemos que recordar a Dios mientras actuamos de ese modo, entonces podremos entrar en contacto con El Supremo y de una manera paulatina nos daremos cuenta que nuestro medio ambiente nos es amistoso. Cuando desaparezcan las reacciones de nuestras actividades previas, encontraremos que toda vibración nos anuncia buenas nuevas. Cuando nuestra actitud egoísta se esfume, nos encontraremos envueltos en medio de dulces vibraciones. Debemos intentar deshacernos de todo lo malo que hayamos hecho hasta ahora. Debemos cumplir con nuestro deber, sin esperar jamás un resultado definido, sino proyectando el fruto hacia el Infinito.

Entonces llegará el día en que nuestro sentimiento egoísta se desvanecerá y de nuestro interior surgirá, despertándose, nuestro yo real, un miembro del mundo infinito, y nos encontraremos en medio de las dulces ondas de ese medio ambiente. Allí, todo es dulce, la brisa es dulce, el agua es dulce, los árboles son dulces; todo lo que encontramos es dulce y encantador.
El ego interno es nuestro enemigo y para disolverlo hemos de cumplir con nuestro deber del modo que juzguemos más conveniente, pero sin esperar jamás una reacción que corresponda a lo que deseamos. Si adoptamos este karma-yoga, en muy poco tiempo, nos daremos cuenta que el ego falso, que siempre esperaba algo torcido para sus propósitos egoístas, se ha desvane­cido; el extenso y amplio ego interior ha surgido y estamos en armonía con todo el universo. El mundo armonioso se revelará y la capa de deseos egoís­tas desaparecerá.
La causa de nuestro mal no está afuera, sino dentro de nosotros. Un Vaishnava Paramahansa, un santo del más elevado nivel, considera que todo está bien y no encuentra nada de qué quejarse. Cuando alguien puede per­cibir que todo es extremadamente dulce y placentero, comienza a vivir en el plano de la Divinidad. Nuestro ego falso produce sólo disturbios y ha de ser disuelto. No deberíamos pensar que el medio ambiente es nuestro enemigo, debemos esforzarnos por detectar la gracia divina en todo lo que viene a nosotros, incluso si se presenta como un enemigo aparente. Todo es la miseri­cordia del Señor, pero no podemos verla, más bien vemos lo opuesto; tene­mos tierra en los ojos.

En realidad todo es divino; todo es la gracia del Señor; la enfermedad está en nuestros ojos. Estamos enfermos y si nos curamos, nos daremos cuenta que estamos en un mundo magnánimo. Sólo las capas del deseo nos enga­ñan, impidiéndonos apreciar la realidad del mundo. Un estudiante genuino de la escuela devocional adoptará esa actitud hacia el medio ambiente y hacia el Señor. Debemos tener en cuenta que la voluntad de Dios está en todas par­tes, ni siquiera una brizna de hierba puede moverse sin la sanción de la Autoridad Suprema. Él percibe y controla todos los detalles. Tenemos que contemplar el medio ambiente con optimismo; el pesimismo está dentro de nosotros: Nuestro ego es responsable de todo tipo de males.  Si podemos actuar así, nuestra enfermedad se curará en muy poco tiempo y nos encontraremos sumergidos en la dicha infinita.

No debemos oponer resistencia al medio ambiente; más aún, si algo inde­seable se nos presenta, hemos de tolerarlo con nuestra máxima paciencia e incluso, si alguien nos ataca, no nos pondremos violentos; debemos mostrar la más extrema tolerancia, honraremos a todos pero no buscaremos honor.
De este modo, en el plazo más corto y con la mínima energía, podemos alcanzar la meta más elevada: El plano donde Dios vive; ése es el plano más esencial de la existencia. En ese momento todos los revestimientos que cubren el alma se desvanecerán, dejarán de existir; el ego verdadero despertará y descubrirá que está jugando en una dulce onda, danzando y divirtiéndose en el Mundo Espiritual.  El plano más amplio y extenso de todo el universo está compuesto de belleza, dulzura y bienaventuranza. Tenemos que sumergirnos profundamente en ese plano de la realidad y dejar de ser extranjeros de estas tierras ilusorias, lejanas y mortales.


Srila B. R. Sridhara Maharaj