jueves, 28 de abril de 2011

LA VIDA PROVIENE DE LA VIDA




Observar el gigante universo que nos rodea, es como estar frente al altar del Infinito en forma de su espacio y tiempo eternos, con un funcionamiento tan perfecto que definitivamente nos convence de que la Conciencia Suprema es demasiado grande y completa. Y la vida, nuestra vida es un regalo divino y muy hermoso que proviene de este mismo Ser Supremo.
Lo más extraordinario en la vida es nuestra conciencia individual, es decir, nuestra capacidad de amar, sentir y desear; a esto se llama chit shakti o fuerza divina. Y esta conciencia individual o nuestra capacidad de amar y de sacrificarnos por una causa superior es el regalo más grande que Dios nos ha dado. Es la libertad para ser responsables y avanzar.  Sin embargo, este gran regalo debemos dirigirlo hacia la trascendencia, hacia lo espiritual o la identidad de nuestro ser, pues cuando es dirigido hacia las cosas temporales nos causa mucha frustración y sufrimiento. Esto quiere decir que, más allá de este cuerpo físico, que es una máquina sofisticada que funciona por la interacción del cuerpo sutil: mente e inteligencia a través del sistema nervioso, está la posibilidad de vincular nuestra fuerza viviente con la trascendencia. Esa es la enseñanza de la Sabiduría Védica. Y el proceso para lograr esto es a través de la invocación de mantras (oraciones) y prácticas espirituales que transforman nuestra conciencia personal, identificada con lo material y astral, en una conciencia absorta en lo espiritual, alcanzando así la autorrealización e incluso la liberación de los repetidos nacimientos y muertes que experimentamos en estos cuerpos materiales.


Así, la Sabiduría Védica nos revela que nuestra vida y nuestra conciencia son un regalo de Dios que viene de la misma Vida Suprema. Y que la naturaleza (que es la fuerza externa de Dios) también tiene vida, al igual que el universo, los planetas, los animales, las plantas y los minerales. Pero ver o saber cómo funciona todo eso, es demasiado extenso para nuestro pequeño cerebro; sin embargo, podemos comprender que la vida proviene de la vida y que la individualidad proviene de la Suprema Individualidad. Así, el escéptico finalmente tiene que aceptar que la madre naturaleza es quien lo creó y quien lo está manteniendo; por lo tanto, debe admitir su total dependencia de fuerzas superiores.
De este modo podemos comprender que lo superior puede producir algo inferior pero no que algo inferior puede producir algo superior. Es decir, que la energía muerta, bajo ninguna circunstancia puede crear conciencia como especulan los científicos neófitos.

Las tradiciones espirituales nos explican que no somos este cuerpo material, sino la conciencia que se encuentra dentro de este cuerpo; la cual tiene la capacidad de descubrir la trascendencia, ya que la infinita creación material es insuficiente para nuestras verdaderas inclinaciones amorosas; es decir, que no podemos amar al tiempo ni al espacio, pero sí podemos amar al Creador y Mantenedor de todo.
De esta manera, la Sabiduría Védica nos revela que efectivamente, la vida proviene de la Vida y que esta Fuerza Suprema dadora de vida está muy cerca de nosotros en forma de Paramatma o Conciencia Suprema dentro de nuestro corazón. En otras palabras la omnipresencia del Creador reside en cada átomo y en cada ser como guía, testigo y bienqueriente permanente. Esto es lo que la Sabiduría Védica nos instruye por medio del estudio, la oración y la meditación. Aquel que practique una disciplina espiritual con sinceridad podrá percibir la presencia de la vida original y de la conciencia trascendental.

Aquellas personas que profesan la idea de que la vida y el universo son productos de un accidente, son los culpables del fatalismo y del egoísmo que traen como consecuencia tanta criminalidad y desesperación al mundo. Ellos deberían tener en cuenta que esa filosofía no ofrece ninguna esperanza o inspiración positiva para la humanidad. En tanto que la comprensión de que la vida proviene de la Vida y que tiene un propósito superior que puede ser alcanzado en esta etapa de la vida condicionada, por medio de la purificación y la conducta perfecta, nos permite tener una posición superior al fatalismo materialista tan de moda en la actualidad.
Debemos agradecer a la Sabiduría Védica por esta información de que la vida proviene de la Vida, de la Vida Suprema, que no es más que el mismo Señor Supremo, quien es conocido con muchos nombres en las diversas culturas, pero es el mismo Señor. Tal como compartimos el sol y la naturaleza en el mundo y para todos son los mismos; así también el Creador y Mantenedor de todos también es el mismo.

Todas las glorias a Sri Krishna, a Sri Govinda, al Señor del Universo y a todos los Santos Nombres de Dios.

Fuente: Colección Sabiduría Védica
Autor: Swami B.A. Paramadvati

domingo, 10 de abril de 2011

EL INTERES SEPARADO, LA ENFERMEDAD DEL ALMA



Anartha  en el idioma sanscrito (la madre de todas las lenguas), significa interés separado. La conciencia de Dios es sin causa, no tiene fin.  El flujo y vibración central de la conciencia del Bien Absoluto son eternos. Esa ola no tiene fin. Cualquier interés que esté separado de la conciencia de Dios es anartha.   Artha” significa “necesidad”, y “anartha” es aquello que no es mi necesidad, aquello que es opuesto a mi necesidad, estando basado en conciencia e interés separados.
Entonces, para salir de la trampa del interés separado, el cual está engañándonos, y aprender cómo entender al Infinito, nosotros tenemos que iden­tificarnos con la Corriente Universal, la Ola Universal. Hasta el momento estamos siendo arrastrados por diferentes olas de conciencia de interés sepa­rado, anartha, esto no es necesario para nosotros. Nuestra única necesidad es sumergirnos en la Ola del Interés Universal, la cual es por Sí Misma y para Sí misma.

Dios es el supremo centro armo­nizante, y todos debemos someternos ciento por ciento a Él. Cualquier desviación es anartha.  Anartha significa “sin significado”, que no tiene significado. La única intención o propósito verdadero digno de ser servido es la conexión con la Ola Universal, el Movimiento Universal. Cualquier cosa aparte de esto es anartha, indeseable e innecesario. Los anarthas no servirán a ningún propósito. Estamos en conexión con anarthas, cosas indeseables que no servirán a ningún propósito real en nuestra causa. Pero la causa real de nuestra vida y la satisfacción completa de nuestra misma existencia será encontrada únicamente en conexión con la Ola Universal del Todo Absoluto. Esto es conciencia de Dios, Conciencia de Krishna.  Ésta es la más universal, la ola fundamental, y tenemos que capturarla. Nuestra meta, nuestra satisfacción y la verdadera realización de nuestra vida se encuentra solamente allí, en ese nivel, en ese plano, y no en el plano superficial de los intereses nacionalistas o familiares, el servicio social, etc., porque eso es provincialismo.
Un grupo está ocupado con muchos intereses locales y otro grupo desea dejar toda actividad. Detener nuestro movimiento propio, suprimir nuestra propia existencia, es renunciación, samâdhi, y también es suicida. Entonces, tenemos que abandonar tanto la renunciación como el disfrute.
La tendencia a hacer el mal y también la tendencia de ir a la huelga, ambas deben ser abandonadas.

Debemos aprender esto: De los intereses locales tenemos que ir hacia lo universal, lo absoluto. No es nuestro deber mantener intereses locales, no importa qué tan complejos puedan ser, ya sea si estos son egocéntricos, cen­trados en la familia, centrados en el pueblo o en la sociedad como en el caso del humanitarismo, todo esto es parte del Infinito. Este es el hecho y general­mente debemos tratar de entender la cosas de esta manera. 
Los intereses locales nos atarán a este plano mortal y se hacen presente debido al anartha de la lujuria.
El Señor Supremo  ha recomendado en el Bhagavad-gîtâ cómo puede uno conquistar la lujuria, regulando los sentidos. Él nos aconseja familiarizarnos con la naturaleza del alma y entonces todos los problemas causados por la lujuria serán vueltos cenizas. 
La lujuria no es asequible fácilmente, sino que está escondida. Nosotros no podemos descubrir fácilmente dónde vive, sino que viene de repente, roba y desaparece. Pero se nos dice aquí que realmente vive en la inteligencia, la mente y los sentidos. Para conquistar la lujuria tenemos que regular los senti­dos, pero con el fin de hacerlo tenemos primero que analizar qué son los sentidos y cuál es su posición y, luego, cuál es la posición del rey interno de los sentidos, la mente. Después de eso tenemos que analizar cuál es la posi­ción intrínseca de buddhi, la facultad de la razón, el juicio y la inteligencia. Luego, con la ayuda de la razón, debemos tratar de encontrar qué está en el trasfondo de esa facultad de razonamiento, de juicio y de toma de decisiones.

En el trasfondo está una raya bien delgada, como hecha a lápiz, cuya natu­raleza es diametralmente opuesta al mundo de la experiencia. En el Srîmad-Bhâgavatam se da el ejemplo que en la noche una nube puede cubrir la luna. A pesar que la nube oscurece la luna aun así la nube sólo puede ser vista por la luz de la luna.
En este ejemplo el alma es comparada con la luna y el ahankâra es compa­rada con la nube que cubre. Los sentidos, la mente y la inteligencia se han combinado para formar un sistema, ahankâra, el cual ha cubierto al alma. Pero ellos son vistos y les es posible actuar únicamente porque hay una luz, la luz del alma, la luna. Así, con la ayuda de nuestra razón debemos tratar de percibir qué está por encima de la razón y veremos que esto es el alma. De esta manera, podremos tener alguna conexión directa con el alma o al menos alguna concepción, aunque sea vaga, de su existencia y naturaleza. En ese momento toda nuestra aspiración material se convertirá en basura y dentro de nosotros seremos capaces de conquistar todos los encantos de este mundo. El consejo del Señor en el Bhagavad-gîtâ es que de alguna forma u otra tratemos de conseguir la comprensión de la naturaleza verdadera de nuestra propia alma. Nosotros somos realmente de tal naturaleza superior y poseemos una posición digna y noble en el plano superior; pero la lujuria y muchas cosas inferiores han venido para enjaularnos.
Por entrar en contacto, incluso de una manera ligera, con la posición verdadera de nuestra propia alma, todos los encantos del mundo se desvanecerán; y aun eso pare­cerá ser una cosa insignificante comparada al despertar de los niveles superio­res de realización como la Superalma, Paramâtmâ, Nârâyana y ¡Krishna! Hay tanta bienaventuranza extática en ese lado y ésta será realizada únicamente cuando se revele a nosotros.
Aunque conforme a nuestra concepción actual se encuentre muy lejos, aun así, ese experimentador, ese disfrutador, está dentro de nosotros: Es la jîvâtmâ. Y si tratamos de concentrarnos siquiera por un segundo en está posición, encontraremos que el alma posee una posición muy digna y especial. Entonces pensaremos: “¿Quiénes son estos ladrones? El intelecto, la mente y los sentidos son todos ladrones y maleantes. Ellos me están arrastrando a la tierra de la miseria como si se tratara de una intrincada conspiración”. Así nos parecerá.
Nuestros sentidos son superiores a todas las cosas que nos rodean. Supóngase que somos privados de todos nuestros sentidos, del tacto, de la vista, del oído y demás, entonces no podremos concebir nada del exterior. El mundo no significaría nada para nosotros.
Luego, de nuevo, la figura central de todos los sentidos es la mente. Alguien puede llamar pero tenemos que definir: “¿Él me estaba llamando? ¡Oh, yo estaba inconsciente, estaba distraído y no escuché! Yo tengo mis sentidos pero debido a que estaba distraído no lo escuché ni lo vi”. Así, la mente es el cen­tro. Y la mente tiene dos funciones. “Deseo esto y no deseo aquello, no deseo eso, deseo esto”. Ésta es principalmente la función de la mente.
Luego viene buddhi, la inteligencia. Desde la mente tenemos que ir hasta buddhi, la razón. ¿Qué es? Discriminación. “¡Oh, mi mente desea eso, pero esto le traerá tal reacción, así que no lo haré!” Buddhi, la inteligencia o facul­tad de juicio, nos avisará: “¡No vayas! No escuches lo que la mente dice; no le obedezcas”. Esa es la inteligencia.
Luego, si continuando desde allí, sobrepasando la inteligencia, buscamos qué es lo que sigue, qué está por encima de la inteligencia, respaldándola y haciendo su función posible, entonces seremos capaces de ver: “¡Oh, este es mi yo verdadero! Y todo lo demás es una extensión externa en el mundo material, es una cobertura material. Puedo dejarla y conmigo mismo, mi propio yo, mi alma, ir hacia un lugar más elevado.
Esta atmósfera actual no es del todo necesaria para mí, más bien es perjudicial, una cobertura, un traje que ha sido puesto sobre mí con el fin que yo entre en conexión con este mal ambiente”. Con esta realización, limpiando los anhartas,  eliminado el interes separado, realizando la verdadera posición del alma, podremos ir en una dirección superior, en dirección al Centro, podremos llegar a Dios, de vuelta a casa.

La Ciencia Confidencial del Bhakti Yoga.
Srila B.R. Sridhara Maharaj

martes, 5 de abril de 2011

NO EXISTE NADA MAS HERMOSO QUE LA VERDAD

 

¿Cuán importante somos? Esta pregunta sólo puede ser contestada en conexión con otra: ¿Cuál es la causa y el propósito de nuestra existencia?
Primero necesitamos tener una clara comprensión de los verdaderos valores de la vida.
Alguien podrá ser muy erudito; otro, experto en música; otro puede poseer una gran memoria, y otro puede ser un atleta muy diestro. Igual ocurre con la  belleza, la riqueza o cualquier otro atributo. No importa lo que poseamos o quienes creamos ser, siempre habrá alguien mejor posicionado.
Entonces, ¿cuál es el valor de nuestra posición actual?¿Cómo determinar quien tiene la mejor predisposición a encontrar la plenitud en la vida?
Conocí a un joven, con una capacidad extraordinaria para memorizar listados telefónicos enteros de varias ciudades. ¿Qué valor tenía esto para él? Es difícil saberlo. Obviamente se deleitaba, con las ocasionales demostraciones de su increíble memoria. Alguien podía tomar un libro de teléfonos y preguntarle un nombre y una ciudad. El niño le decía sin parpadear el número de teléfono. En casos como estos, las personas pueden exhibir un talento extremo de
uno u otro tipo.
Pero, ¿cuál es el valor de esto? ¿De dónde proviene el concepto de valor? ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Cómo una combinación de sonidos expresa un mensaje? ¿Cuándo y dónde se supone que alguien deba asumir responsabilidad y comportarse de acuerdo con ciertos patrones de expectativas prescritas? ¿Dónde está la ley? Para empezar, ¿quién eres tú, de manera que puedas estudiar provechosamente este tema?
Todo esto nos lleva a la mayor de todas las necesidades: LA AUTORREALIZACION. ¿Estamos haciendo algo al respecto, o estamos perdiendo nuestro tiempo comprando pantalones, camisas, joyas y dejándonos distraer con variadas cosas que pronto desaparecerán. Como la gente no dedica tiempo a la autorrealización la vida pasa rápido. Pero, todavía no nos hemos formulado la pregunta más esencial de todas: ¿Quién soy y qué es lo que hace mi existencia tan valiosa?
Todos debemos sentir que la existencia es algo muy importante. De otro modo, ¿por qué tenemos que trabajar arduamente durante toda la vida, sólo para darle sostén a la existencia? Ciertamente, en ocasiones, estamos tan perdidos y desesperanzados, que no somos capaces de ver ningún valor en nuestra vida. Podríamos llegar a concluir que la mejor alternativa sería terminar con nuestra vida. Terminar con tantas tareas, tentaciones y frustraciones, las cuales a menudo llegan al punto de parecer insostenibles.
Cuando nos asociamos con personas de mentalidad positiva, y recobramos el buen sentido en nuestras vidas vemos cambiar nuestro humor. Esta apreciación de nuestra propia vida nos permite vislumbrar el valor de la existencia. Es posible que no se defina con toda claridad; podemos no saber qué hacer con ella. Podemos no saber cómo desarrollarla y por ende no tener una posición definida al respecto. Cuando presentamos todos estos cuestionamientos a la tradición trascendental de la sabiduría védica, somos gratamente sorprendidos por su inmensidad y profundidad y finalmente, liberados de la incertidumbre.
En la sabiduría védica, la existencia está definida por el deseo. Debido a que existo, deseo. Descartes postuló “pienso, luego existo”. Pero los vedas dicen, debido a que deseas, se demuestra que has asumido una posición, una realidad en esta existencia temporal y que eres único (una unidad consciente individual). La individualidad es, hasta cierto punto, caracterizada por la independencia. La capacidad de considerar opciones, de movernos de aquí para allá y tomar decisiones, son todas características de nuestra individualidad. Como individuos somos independientes de hacer lo que deseemos, pero al mismo tiempo, se nos impone aceptar la responsabilidad por lo que hagamos. Este es un hecho básico de la existencia.
De acuerdo a los vedas, nuestra existencia es eterna, o Sat. Pero más allá de eso, también es Chid. Chid es la capacidad cognoscitiva. Eso significa que somos seres conscientes. ¿Qué significa esto?

En las escrituras védicas podemos encontrar la expresión: Satyam shivam sundaram. “No existe nada más hermoso o más auspicioso que la verdad” o “La verdad es auspiciosa y hermosa”. Por medio de Chid, por medio del despertar, por medio de nuestra conciencia, podemos definir dónde nos encontramos en cada momento en nuestro recorrido por la senda de la verdad. En otras palabras, mi posición como unidad individual no está diluida en el infinito; no es lanzada al espacio sin un propósito o dirección. Mis pies están firmes en el suelo de la realidad y ellos me pueden llevar en mi camino a la plenitud.
¿Pero en qué dirección me estoy dirigiendo? Existen muchas direcciones y es fácil extraviarse.
La unidad consciente individual, dentro de sus posibilidades, siempre está tratando de definir el significado de la verdad. ¿Qué es auspicioso y hermoso? ¿Qué es la verdad? ¿Cuál es mi participación en la verdad? ¿Podría yo contemplarla? ¿Puedo yo disfrutarla y consumirla?
Nuestra unidad consciente ya ha explorado muchas áreas de la conciencia y del conocimiento, sin encontrar una satisfacción permanente. Por esta razón estudiamos constantemente persiguiendo el conocimiento de cosas nuevas, leyendo más libros y haciendo más investigaciones.  Pero esta búsqueda solitaria, aparte de no tener límite, siempre va a llevarnos al punto de partida. Mientras no abandonemos el concepto equivocado de que la plenitud de la vida puede ser obtenida a costa de los demás, estaremos siempre masticando lo ya masticado. Preferimos asumir que todos y toda cosa (los seres vivientes y la naturaleza) existen para satisfacer nuestra vanidad y deseos.
Los vedas nos ofrecen una vía totalmente diferente. Ellos dicen: Estamos aquí para aprender a amar a todo el mundo. Al adoptar este propósito, nuestra conciencia se coloca en una actitud placentera y se desplaza en la dirección de realizar Satyam shivam sundaram.
Debes lanzarte, luchar y alcanzar la plenitud durante este momento de tu existencia. No puedes satisfacerte con menos que eso. Esta es la aplicación viva de la autorrealización: trabajar de tal forma, que nuestra vida sea amable y beneficiosa para todos.
Somos conscientes de muchas circunstancias de la vida, pero se nos dificulta enormemente relacionarnos de forma positiva con los demás. La razón es que no sabemos quiénes son los demás, ni siquiera quiénes somos, ni cómo llegamos a existir. No obstante, hay una cosa que podemos entender o experimentar; sabemos que debemos establecer relaciones con los demás. Y por supuesto, que mientras más amables y dulces sean estas relaciones, mayor será nuestra alegría y satisfacción. De otra manera, se conoce en carne propia el sufrimiento y los problemas que surgen, como resultado de las relaciones trastornadas emocionalmente.
Para establecer relaciones amorosas debemos encontrar un denominador común. ¿Qué es común y aceptable a todos? Podría existir un grupo de intereses relativos y la gente se podría sentir completamente satisfecha al compartirlos, pero vistos y entendidos de forma práctica por la sabiduría védica, todos estos intereses son temporales; pueden cambiar en cualquier momento y podríamos encontrarnos de repente en una situación problemática. Así que nuestro denominador común, ya sea que estemos listos para aceptarlo o no, es el CREADOR DE TODA LA EXISTENCIA.       Él es padre y madre al mismo tiempo y por ese hecho todos somos hermanos y hermanas de una forma muy especial. Encontraremos en esto, que nuestro deber de hermandad es ayudar a mis hermanos menores y pedir ayuda a mis hermanos mayores, de este modo nos encaminaremos hacia nuestro padre, de vuelta a casa, regresar a Dios, esta es la Belleza de la Verdad.


OIDA TERAPIA
Srila B. A. Paramadvaiti Swami Maharaj