

El impulso y la motivación que otorga la libertad pueden convertirnos en seres gloriosos, creativos, amorosos en grado sumo; además, pueden dar al mundo ángeles, devas o semidioses y devotos puros de Dios, seres sensibles deseosos de obtener la asociación del Señor y convertirse en instrumentos de su amor. El Señor ha creado la libertad para permitirnos estar a su lado, sin imponernos nada, ni siquiera Su amor.
Como el bien y el mal se debaten dentro de cada uno de nosotros, el ejercicio de la libertad también puede hacer de los seres humanos monstruos, personajes que abusan y mienten. Esto trae el sufrimiento, algo por lo cual no se debe culpar a nadie: el único responsable de “mi sufrimiento soy yo mismo”.
Srila Sridhar Maharaj, un importante maestro vaishnava de la India, dijo: "El entorno es perfecto; el equivocado es uno. El único responsable de las cosas que me ocurren, soy yo”. Continúa: “Dios es tan grande, amoroso y generoso que nos hizo a Su imagen y semejanza. Él nos creó con un cuerpo dotado de aspectos hermosos, entre los cuales se destaca el corazón amoroso, es decir: aquella facultad de sentir, pensar, desear y amar espontáneamente. ¡Ah Krishna, Tú nos has hecho bastante hermosos, bien dotados!”. Esto debería llevarnos a concluir que, en potencia, estamos habilitados para hacer cosas positivas increíbles. Pero no, muchos se escudan con palabras como: errar es humano, cuando culpar a los demás de “mis desgracias” es más humano, es demasiado humano. Así se niega que el libre albedrío pueda generarnos problemas. Dios es todopoderoso y nunca se equivoca; en cambio, los seres humanos nos equivocamos a cada paso. Esto en verdad, es desastroso; y debería hacernos ver la necesidad de pedir la misericordia de Dios, para no estar perdidos. Detrás de toda acción, de toda circunstancia, siempre está la bondad de Dios, aguardando a que corrijamos nuestras faltas.
Si cada quien admitiera su culpa, viviría sin ansiedad ni tristeza; además, si se aprendiera de los errores, se pasaría de la irresponsabilidad a la conciencia que exigen las acciones. Por este camino se alcanzaría la perfección de la vida: el bhakti, el amor puro y espontáneo, así como el servicio entusiasta a Dios. Esto sí es vida.
Ahora, al saber de quién es la culpa, cada quien debería tomar medidas para utilizar de la mejor manera la libertad. Las escrituras sagradas, los Vedas, aconsejan levantarse muy temprano en la mañana y cantar los Santos Nombres de Dios:
Hare Krsna Hare Krsna Krsna Krsna Hare Hare
Hare Rama Hare Rama Rama Rama Hare Hare

Este canto nos permite ingresar en el ámbito de la misericordia y adquirir una actitud de arrepentimiento por los errores cometidos. La recitación o canto de los nombres de Dios nos elevará a la plataforma del servicio con devoción, donde uno ya no sirve los caprichos personales sino la causa común y amorosa de la divinidad.
Esta meditación debe estar acompañada por el estudio de la filosofía del alma, consignada en libros como el Srimad Bhagavatam y el Bhagavad-gita, en donde la Suprema Personalidad de Dios da sus instrucciones. Lo cual sin duda ayuda a muchos a entender, por ejemplo, que hacer deliberadamente daño y engañar a las mujeres, así como abandonar a los niños, intoxicarse, matar a los animales, llevar una vida sexual descontrolada, entre otros, desvía a la gente y la hace infeliz. Pongamos fin al acto de descargar nuestra culpa en los demás y en Dios, ante los problemas que nos trae la mala utilización de la libertad.
Por último una recomendación especial: cuando hagamos cosas valiosas o tengamos experiencias especiales en la vida, démosle todo el crédito a Dios; y cuando nos sucedan cosas desafortunadas, revisemos en nosotros las cosas que pudieron haber generado tal dolor. Estamos considerando aquí el karma, la reacción a lo realizado en el pasado.
¡Cantemos Hare Krishna, pongamos la vida en orden, y veremos cómo todo será muy bello!
Fuente: Colección Sabiduría Védica
Autor: Swami B.A. Paramadvati



