domingo, 17 de julio de 2011

MENDIGOS DE AMOR


Podríamos dar la idea que buscamos poder. A veces pensamos que debe­mos tenerlo todo; desearíamos esa capacidad controladora. Desearíamos que todo quede bajo nuestro control, que se haga todo aquello que nosotros queramos. Sin embargo, no es eso lo que en realidad buscamos. Quizás parece que buscamos poder, pero en última instancia, el poder no puede satisfacernos. A veces podemos pensar que deseamos saberlo todo. Tal vez no deseamos controlarlo todo, pero queremos conocerlo todo. No nos gusta ser ignorantes. Pero tampoco esa es la meta última que podrá satisfacer nuestra necesidad interna.
No es eso lo que realmente queremos. Se nos debe educar acerca de nuestra necesidad real, la búsqueda interna de nuestros corazones. Si lo hacemos como es debido, descubriremos que todos somos "mendigos de amor y afecto". En todas partes la adoración es la necesidad más profunda. Y sólo podrá satisfacerse plenamente al conectarnos con el plano divino.
 El anhelo más profundo de todo ser viviente es la belleza, el amor, el afecto, la armonía, y no el poder, el conocimiento o cualquier otra cosa. Este es el veredicto de toda la creación en el tiempo y el espacio. Su causa común es una.
No obstante, es muy raro que un alma alcance un estado tan diáfano de anhelo por la realidad como para comprender este punto. En este mundo son pocas las almas realmente conscientes de su más íntima necesidad. Son pocas las que realizan: “¡Queremos a Dios! ¡Queremos lograr el amor por Dios!” Tales almas sinceras no se encuentran con facilidad; esto se menciona en muchas partes de las Escrituras Sagradas, en todas las culturas.
Hay una sola meta. No se necesitan muchas, sino una, la única, la que ver­daderamente ambicionamos: "Una relación de amor divino."

No es posible lograr una compresión intelectual de la conciencia de Dios. Así como una abeja no puede saborear la miel cuando lame por fuera el tarro de cristal, uno tampoco puede entrar en la región superior del espíritu por la fuerza del intelecto. Como sujetos estamos subordinados al Sujeto Supremo. Por lo tanto, tiene que haber seva, servicio. Sevâ es el factor absolutamente esencial. En el Bhagavad-gîtâ se menciona que pranipâta, aproximarse respe­tuosamente; paripraäna, la indagación sincera; y sevâ, una actitud de servicio; son indispensables para entrar en los dominios del amor divino. Dios sólo se complacerá y descenderá mediante el servicio. Y sólo entonces podremos comprender la naturaleza del plano superior. Esto es conocimiento védico. Prueba la dulzura y habre el frasco con la fuerza del corazón.
Nosotros somos, la potencia marginal, y si queremos llegar a conocer cualquier verdad acerca de la Realidad Superior, debemos compren­der que esta es más sutil que nuestra propia existencia, que es supersubjetiva. Ella puede tocarnos, pero nosotros no podemos escalar hasta sus dominios por nuestro simple deseo. Sólo podemos ir si se nos concede la gracia que nos puede elevar.

Así pues, no es por ninguna calificación nuestra que podremos atrapar al Absoluto. Cualquiera a quien Él decida darse a conocer le conocerá. Esto se explica en los Purânas: No se le puede conocer a través de disertaciones o debates, ni a través de una buena memoria o una vasta inteligencia, ni a través del genio o intelecto sobrenatural. Puede que no haya estudiado exten­samente todas las Escrituras reveladas, pero eso no es una calificación. El Señor Supremo se reserva toda independencia. Sólo hay una forma de conocerle. De lo contrario, por Su dulce voluntad, todos los derechos están reservados.

¿Cómo podemos atraer Su dulce deseo? Esa es la pregunta. Cómo capturar Su dulce deseo. Sólo es posible a través de Saranagati, rendición, incremen­tando nuestro lado negativo. Debemos pensar: “Soy muy pobre. Sin Tu gracia no puedo vivir”. Tenemos que pensar de esta manera para despertar la piedad en Su corazón. Debemos apelar a Su comprensión, convencerlo que tenemos una extrema necesidad de Él y que sin Su gracia no podemos vivir. Sólo este sincero sentimiento de necesidad puede atraer Su atención hacia nosotros. De lo contrario, no tendremos posibilidad alguna de atraparlo. Por eso se ha recomendado el acercamiento negativo para capturarlo. Nuestra única oración es que somos los más necesitados y sinceros. Eso es lo único que puede atraer Su atención hacia nosotros. Y no es un simple parecer o especulación es un hecho. Es una realidad.


Srila B.R. Sridhar Maharaj
"La Ciencia Confidencial del Bhakti Yoga"