domingo, 10 de abril de 2011

EL INTERES SEPARADO, LA ENFERMEDAD DEL ALMA



Anartha  en el idioma sanscrito (la madre de todas las lenguas), significa interés separado. La conciencia de Dios es sin causa, no tiene fin.  El flujo y vibración central de la conciencia del Bien Absoluto son eternos. Esa ola no tiene fin. Cualquier interés que esté separado de la conciencia de Dios es anartha.   Artha” significa “necesidad”, y “anartha” es aquello que no es mi necesidad, aquello que es opuesto a mi necesidad, estando basado en conciencia e interés separados.
Entonces, para salir de la trampa del interés separado, el cual está engañándonos, y aprender cómo entender al Infinito, nosotros tenemos que iden­tificarnos con la Corriente Universal, la Ola Universal. Hasta el momento estamos siendo arrastrados por diferentes olas de conciencia de interés sepa­rado, anartha, esto no es necesario para nosotros. Nuestra única necesidad es sumergirnos en la Ola del Interés Universal, la cual es por Sí Misma y para Sí misma.

Dios es el supremo centro armo­nizante, y todos debemos someternos ciento por ciento a Él. Cualquier desviación es anartha.  Anartha significa “sin significado”, que no tiene significado. La única intención o propósito verdadero digno de ser servido es la conexión con la Ola Universal, el Movimiento Universal. Cualquier cosa aparte de esto es anartha, indeseable e innecesario. Los anarthas no servirán a ningún propósito. Estamos en conexión con anarthas, cosas indeseables que no servirán a ningún propósito real en nuestra causa. Pero la causa real de nuestra vida y la satisfacción completa de nuestra misma existencia será encontrada únicamente en conexión con la Ola Universal del Todo Absoluto. Esto es conciencia de Dios, Conciencia de Krishna.  Ésta es la más universal, la ola fundamental, y tenemos que capturarla. Nuestra meta, nuestra satisfacción y la verdadera realización de nuestra vida se encuentra solamente allí, en ese nivel, en ese plano, y no en el plano superficial de los intereses nacionalistas o familiares, el servicio social, etc., porque eso es provincialismo.
Un grupo está ocupado con muchos intereses locales y otro grupo desea dejar toda actividad. Detener nuestro movimiento propio, suprimir nuestra propia existencia, es renunciación, samâdhi, y también es suicida. Entonces, tenemos que abandonar tanto la renunciación como el disfrute.
La tendencia a hacer el mal y también la tendencia de ir a la huelga, ambas deben ser abandonadas.

Debemos aprender esto: De los intereses locales tenemos que ir hacia lo universal, lo absoluto. No es nuestro deber mantener intereses locales, no importa qué tan complejos puedan ser, ya sea si estos son egocéntricos, cen­trados en la familia, centrados en el pueblo o en la sociedad como en el caso del humanitarismo, todo esto es parte del Infinito. Este es el hecho y general­mente debemos tratar de entender la cosas de esta manera. 
Los intereses locales nos atarán a este plano mortal y se hacen presente debido al anartha de la lujuria.
El Señor Supremo  ha recomendado en el Bhagavad-gîtâ cómo puede uno conquistar la lujuria, regulando los sentidos. Él nos aconseja familiarizarnos con la naturaleza del alma y entonces todos los problemas causados por la lujuria serán vueltos cenizas. 
La lujuria no es asequible fácilmente, sino que está escondida. Nosotros no podemos descubrir fácilmente dónde vive, sino que viene de repente, roba y desaparece. Pero se nos dice aquí que realmente vive en la inteligencia, la mente y los sentidos. Para conquistar la lujuria tenemos que regular los senti­dos, pero con el fin de hacerlo tenemos primero que analizar qué son los sentidos y cuál es su posición y, luego, cuál es la posición del rey interno de los sentidos, la mente. Después de eso tenemos que analizar cuál es la posi­ción intrínseca de buddhi, la facultad de la razón, el juicio y la inteligencia. Luego, con la ayuda de la razón, debemos tratar de encontrar qué está en el trasfondo de esa facultad de razonamiento, de juicio y de toma de decisiones.

En el trasfondo está una raya bien delgada, como hecha a lápiz, cuya natu­raleza es diametralmente opuesta al mundo de la experiencia. En el Srîmad-Bhâgavatam se da el ejemplo que en la noche una nube puede cubrir la luna. A pesar que la nube oscurece la luna aun así la nube sólo puede ser vista por la luz de la luna.
En este ejemplo el alma es comparada con la luna y el ahankâra es compa­rada con la nube que cubre. Los sentidos, la mente y la inteligencia se han combinado para formar un sistema, ahankâra, el cual ha cubierto al alma. Pero ellos son vistos y les es posible actuar únicamente porque hay una luz, la luz del alma, la luna. Así, con la ayuda de nuestra razón debemos tratar de percibir qué está por encima de la razón y veremos que esto es el alma. De esta manera, podremos tener alguna conexión directa con el alma o al menos alguna concepción, aunque sea vaga, de su existencia y naturaleza. En ese momento toda nuestra aspiración material se convertirá en basura y dentro de nosotros seremos capaces de conquistar todos los encantos de este mundo. El consejo del Señor en el Bhagavad-gîtâ es que de alguna forma u otra tratemos de conseguir la comprensión de la naturaleza verdadera de nuestra propia alma. Nosotros somos realmente de tal naturaleza superior y poseemos una posición digna y noble en el plano superior; pero la lujuria y muchas cosas inferiores han venido para enjaularnos.
Por entrar en contacto, incluso de una manera ligera, con la posición verdadera de nuestra propia alma, todos los encantos del mundo se desvanecerán; y aun eso pare­cerá ser una cosa insignificante comparada al despertar de los niveles superio­res de realización como la Superalma, Paramâtmâ, Nârâyana y ¡Krishna! Hay tanta bienaventuranza extática en ese lado y ésta será realizada únicamente cuando se revele a nosotros.
Aunque conforme a nuestra concepción actual se encuentre muy lejos, aun así, ese experimentador, ese disfrutador, está dentro de nosotros: Es la jîvâtmâ. Y si tratamos de concentrarnos siquiera por un segundo en está posición, encontraremos que el alma posee una posición muy digna y especial. Entonces pensaremos: “¿Quiénes son estos ladrones? El intelecto, la mente y los sentidos son todos ladrones y maleantes. Ellos me están arrastrando a la tierra de la miseria como si se tratara de una intrincada conspiración”. Así nos parecerá.
Nuestros sentidos son superiores a todas las cosas que nos rodean. Supóngase que somos privados de todos nuestros sentidos, del tacto, de la vista, del oído y demás, entonces no podremos concebir nada del exterior. El mundo no significaría nada para nosotros.
Luego, de nuevo, la figura central de todos los sentidos es la mente. Alguien puede llamar pero tenemos que definir: “¿Él me estaba llamando? ¡Oh, yo estaba inconsciente, estaba distraído y no escuché! Yo tengo mis sentidos pero debido a que estaba distraído no lo escuché ni lo vi”. Así, la mente es el cen­tro. Y la mente tiene dos funciones. “Deseo esto y no deseo aquello, no deseo eso, deseo esto”. Ésta es principalmente la función de la mente.
Luego viene buddhi, la inteligencia. Desde la mente tenemos que ir hasta buddhi, la razón. ¿Qué es? Discriminación. “¡Oh, mi mente desea eso, pero esto le traerá tal reacción, así que no lo haré!” Buddhi, la inteligencia o facul­tad de juicio, nos avisará: “¡No vayas! No escuches lo que la mente dice; no le obedezcas”. Esa es la inteligencia.
Luego, si continuando desde allí, sobrepasando la inteligencia, buscamos qué es lo que sigue, qué está por encima de la inteligencia, respaldándola y haciendo su función posible, entonces seremos capaces de ver: “¡Oh, este es mi yo verdadero! Y todo lo demás es una extensión externa en el mundo material, es una cobertura material. Puedo dejarla y conmigo mismo, mi propio yo, mi alma, ir hacia un lugar más elevado.
Esta atmósfera actual no es del todo necesaria para mí, más bien es perjudicial, una cobertura, un traje que ha sido puesto sobre mí con el fin que yo entre en conexión con este mal ambiente”. Con esta realización, limpiando los anhartas,  eliminado el interes separado, realizando la verdadera posición del alma, podremos ir en una dirección superior, en dirección al Centro, podremos llegar a Dios, de vuelta a casa.

La Ciencia Confidencial del Bhakti Yoga.
Srila B.R. Sridhara Maharaj

No hay comentarios:

Publicar un comentario