La naturaleza eterna de una cosa, es su eterna función. La naturaleza de algo se desprende desde su mismo constituyente o de lo que la hace ser lo que es. Cuando Dios desea formar una cosa, una naturaleza concomitante va de la mano con la formación de ésta, y tal naturaleza es su eterna característica.
Cuando tal cosa es contaminada debido a algunos eventos inesperados o se pervierte por tener contacto con otras cosas, entonces su naturaleza también se pervierte o cambia. Este cambio o hábito pervertido se incrementa con el paso del tiempo al acompañar a la cosa con su apariencia y unirse a la naturaleza original y eterna de ella. Pero la apariencia no es su verdadera realidad o identidad. Este cambio o perversión no es innato o congénito en la cosa sino accidental o casual, y puede ser pasajero o le puede dar su sello a la cosa.

La naturaleza eterna de una cosa es su función eterna; y su accidente es su proceso causativo. Quien está bien versado acerca del conocimiento de alguna cosa, entiende adecuadamente la distinción entre la naturaleza real y la naturaleza causal de la cosa; y quienes están desprovistos de tal conocimiento, consideran lo accidental como real.
Así, aquello que existe tiene un significado de dos clases, es decir, real o irreal. La cosa que es real, es trascendental. Y las cosas irreales, junto con sus atributos, son mundanas. Las cosas reales tienen existencias eternas, y las cosas irreales tienen nombres, formas y apariencias de existencia; la cual es de alguna manera real, pero también aparente.
El Señor Supremo es la Única Cosa Real; Su parte separada es conocida como alma individual y Su potencia externa es conocida como energía material (o energía ilusoria temporal). Por lo tanto la cosa real, denota tres objetos denominados como el Señor Supremo, el alma y su energía externa. Conocer sus mutuas relaciones es conocimiento puro.
La cualidad especial que caracteriza la cosa real es su naturaleza. El alma es un objeto eterno y su naturaleza es espiritualmente eterna.

El Ser Supremo (Dios) es el Absoluto Trascendental, y el Autorrefulgente Sol Espiritual de la Morada Trascendental; las almas son los innumerables rayos que emanan del Sol Dios, las cuales son Sus partes atómicas espirituales.
Dios es el Todo Trascendental y las almas son las partes atómicas del Todo; ambos son similares respecto a la cualidad de la conciencia o animación, mas diferentes y eternamente distintos en cuanto al aspecto cuantitativo. Uno es el Total y las otras son Sus partes; Uno es Infinito y las otras infinitesimales.

El servicio a Dios es la naturaleza eterna del alma, pero su función eterna ha sido pervertida desde su entrada en este plano tridimensional debido a su olvido, y cuando llega a tener contacto con la potencia ilusoria, su naturaleza pervertida prevalece dando lugar a que se manifieste su función causal o accidental. La Función Eterna es Una y Pura, mientras la función accidental asume variadas formas bajo diferentes circunstancias, y nos hace pensar que somos el cuerpo, hombre o mujer, o de tal nacionalidad, con tal título profesional, con ciertos padres, hijos, hermanos, esposos, los cuales todos serán temporales.
Cuando el alma es consciente de su función natural es Feliz y plena, cuando olvida su naturaleza se confunde por la ilusión y su existencia se vuelve miserable, como el pez fuera del agua, fuera de su hábitat.
(Adaptación del Libro Jaiva Dharma “Las funciones del Alma")
Srila Bhakti Vinod Thakur
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